martes, 8 de octubre de 2013

Las mujeres, las matemáticas y Bibiana Aido nuestra ministra.

Las mujeres, las matemáticas y Bibiana Aido nuestra ministra.

(Escrito en 2010 - Importado de otro hosting)


El domingo 18 de Julio de 2010, en el diario “El País”, publican una entrevista con la ministra Bibiana, 33 añitos de nada, una chica de su tiempo y responsable del Ministerio de Igualdad. Me he fijado en su foto y no se necesita ser un especialista en imagen para observar que la define bien, joven, llena de vitalidad, mujer de su tiempo y capaz de ser autónoma.
Le preguntaba el periodista:
- ¿Cree que las críticas vienen de la derecha o de los hombres? ¿Es una cuestión de género o ideología?
- Llegan desde la derecha, pero aquí se da la unión de misoginia y gerontocracia que puede ser una bomba letal, pero todo es lo mismo: resistirse a compartir espacio, a que otros puedan ocupar lo que piensan que les corresponde de manera natural, que es suyo. Molesta que una mujer joven y de pueblo llegue a ser ministra y que esté ocupando un poder que no le corresponde.
Quiero contaros que esto de la misoginia y gerontocracia que decía la ministra, era mucho más terrible en el pasado; por ejemplo: a comienzos del siglo XIX, el último teorema matemático de Fermat se había convertido ya, por si sólo, en el más sonado de la teoría de los números. Os daré solo una pincelada pero buscadlo en Google, si es que desconocéis el citado o queréis abundar más en él.
Pitágoras definió su teorema diciendo que el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos en un triangulo rectángulo mediante la fórmula: Zn = Xn + Yn , siendo n =2. Fermat aseguraba que no había soluciones enteras a la ecuación cuando n > 2, pero que no podía explicar la demostración en el escrito que dejó, porque no tenia espacio físico para hacerlo. Durante 350 años, desde Fermat hasta nuestros días, en que el enigma ha sido resuelto por el matemático ingles Andrew Wiles, ha tenido en jaque a todos los matemáticos.
Pero a lo que voy, desde que Fermat planteó el enigma sólo otro investigador, Euler, avanzó un poco; pero la sensacional proclama de una mujer francesa reforzó la búsqueda de la demostración de Fermat. Sophie Germain vivió una época de discriminación y prejuicios, y para poder llevar a cabo su investigación se vio obligada a asumir una identidad falsa firmando sus trabajos como “Monsieur Le Blanc”, estudiar en unas condiciones terribles y trabajar en un aislamiento intelectual.
A lo largo de los siglos se ha disuadido a las mujeres de que estudien matemáticas, pero, a pesar de la discriminación, ha habido varias mujeres que lucharon contra lo establecido y acuñaron indeleblemente sus nombres en los anales de las matemáticas.
La primera que se conoce fue Teano, discípula de Pitágoras. Después, muchas otras como Hipatica, hija de un profesor de matemáticas, que provoco los celos del patriarca de Alejandría acusándola de hereje, por tener un cerebro privilegiado, y condenándola a ser quemada en la hoguera. Ya en el Renacimiento sobresalió María Gaetana Agnesi, nacida en Milán en 1718, también hija de matemático, haciéndose famosa por sus tratados sobre las tangentes y curvas, (curva en italiano se traduce por “versiera” pero también era un apócope “avversiera” o “diablesa”), por tanto, se la conocía en el mundo de las ciencias matemáticas como “versiera Agnesi”, “bruja Agnesi”. Otra contemporánea fue Noether, también hija de un profesor de matemáticas.
En la época, se originaban rumores sobre la existencia de un “gen” matemático. La posible explicación es que a la mayoría de mujeres con talento nunca se les expuso la materia o bien, jamás se las animo a dedicarse a ella, pero estando rodeadas de familiares directos, como el padre, pudieron tener un mayor acceso.
Lo más curioso de todo es que pocas de estas mujeres se casaron; en gran medida porque no era aceptable para la sociedad que las mujeres se dedicaran a carreras semejantes y porque había pocos hombres preparados para contraer nupcias en condiciones tan controvertidas. La magnifica matemática rusa Sonya Kovalevsky, para poder desarrollar su carrera, tuvo que acordar un matrimonio de conveniencia.
De todos los países europeos, Francia, adoptó la actitud más discriminatoria hacia la mujer culta, declarando que las matemáticas son inadecuadas para las mujeres y van más allá de su capacidad mental. Incluso en la época, y dada la idea de la mujer que se tenía, se editaron libros considerados más simples o sencillos, por ejemplo: Francisco Algaroti fue el autor de un libro titulado “Newtonismo para las damas”, porque como consideraba que las mujeres sólo estaban interesadas en amoríos, intentó explicar los descubrimientos de Newton a través de diálogos de flirteo. Hablando con una marquesa éste perfila “la ley del cuadrado inverso de la atracción gravitacional”, tras lo cual, la marquesa da su propia interpretación de esta ley física fundamental diciendo lo siguiente: “No puedo menos que pensar… que esta proporción en los cuadrados de las distancias espaciales… se aprecia incluso en el amor. De este modo, después de tiempo de convivencia, el amor se vuelve sesenta y cuatro veces menor de lo que fue el primer día”. Ajajá, menuda interpretación verdad?
Por eso, cuando escuchas hablar a alguna mujer de la teoría de la relatividad de Einstein, sobre la cuarta dimensión o sobre los espacios euclídeas de tres dimensiones; o que son capaces de decir que Karajan dirigía las orquestas de forma especial, apreciando el conjunto de la música pero sabiendo identificar cada instrumento en particular por separado, te quitas el sombrero ante ellas. Creo que los hombres, en el fondo, aman a las mujeres valientes, instruidas, con criterio, que escriben su propia historia. Son las consideradas almas gemelas que jamás se dejan de admirar porque se convierten en amores planetarios.
Volviendo a Sophie Germain o “Monsieur Le Blanc”; firmando sus trabajos, bien como mujer cuando la dejaban, o como hombre cuando no podía hacerlo, contribuyó al desarrollo de las ciencias matemáticas de la época siendo una destacada de ellas. Por desgracia, falleció de cáncer antes de que la universidad pudiera reconocerle el honor. Mirándolo con perspectiva en el tiempo fue, con toda probabilidad, la intelectual femenina más profunda que Francia haya engendrado sin reconocerlo. Incluso cuando se erigió la torre Eiffel, en la que los ingenieros se vieron obligados a poner en marcha muchos de los estudios sobre la elasticidad de los materiales utilizados, se escribieron los nombres de setenta y dos sabios; pero nadie encontrará entre ellos el nombre de esta hija de la sabiduría cuyas investigaciones contribuyeron, en tan gran medida, al establecimiento de la teoría de la elasticidad de los metales. ¿Acaso fue excluida de aquella lista porque era mujer? Eso es lo que parece, pero mayor es la vergüenza para los responsables de semejante ingratitud hacia quien debía haber ganado un lugar envidiable en el templo de la gloria.
Por tanto señora ministra, con todo respeto por el cargo que ocupa, permítame tutearla y decirle:
- Querida Bibiana, llevas razón en tu entrevista cuando decías: Prohibiría muchas cosas, entre ellas la mentira, la misoginia, la gerontocracia, la manipulación permanente; el objetivo es hacer daño a las políticas de igualdad lanzando el siguiente mensaje: “Fíjate en que tonterías está metida esta gente mientras el país esta pasando por una crisis tremenda”. Falso­, estoy convencida del trabajo que hacemos, por tanto que ladren.
Madrid, 22 de julio de 2010.

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